Por Dra. Jasmine Angelique – Experta en Medicina Tradicional China y Bienestar Integrativo
A lo largo de los últimos años, se ha consolidado la evidencia científica sobre la relación entre el microbioma intestinal y diversas funciones fisiológicas y cognitivas del ser humano. Uno de los alimentos que más protagonismo ha adquirido en esta línea de investigación es el yogur, por su capacidad de modificar favorablemente la microbiota intestinal desde edades tempranas. Ahora, un nuevo estudio japonés a gran escala arroja luz sobre el posible vínculo entre el consumo regular de yogur en la infancia temprana y el desarrollo neurocognitivo posterior.
Consumo de yogur a los 12 meses y desarrollo a los 3 años
Un equipo de investigadores japoneses analizó datos provenientes de 70.276 pares madre-hijo participantes en el Japan Environment and Children’s Study, una de las mayores bases de datos longitudinales en salud pediátrica. El objetivo fue claro: explorar si la frecuencia de consumo de yogur a la edad de 1 año influye en el desarrollo neuropsicológico a los 3 años de edad.
Los datos dietéticos fueron obtenidos a través de cuestionarios completados por las madres, donde se clasificó la frecuencia de consumo en cuatro categorías: 0, 1-2, 3-4 y ≥5 veces por semana. Para medir el desarrollo se utilizó el Ages and Stages Questionnaires, tercera edición (ASQ-3™), una herramienta estandarizada que evalúa cinco dominios clave: comunicación, motricidad gruesa, motricidad fina, resolución de problemas y habilidades sociales-personales.
Principales hallazgos: beneficios en dosis moderadas
Los resultados muestran que un consumo moderado de yogur (entre 1 y 4 veces por semana) se asoció significativamente con un menor riesgo de retrasos en todas las áreas evaluadas por el ASQ-3. Los odds ratios ajustados (ORa) oscilaban entre 0.71 y 0.87, lo que indica una reducción de hasta un 29% en el riesgo de retraso en comparación con niños que no consumían yogur.
Sin embargo, esta asociación beneficiosa no se mantuvo cuando el consumo fue ≥5 veces por semana. En este grupo, los odds ratios ajustados variaron entre 0.84 y 0.96, lo que sugiere que un exceso de consumo podría no aportar beneficios adicionales, o incluso diluir los efectos positivos.
¿Por qué el yogur influye en el neurodesarrollo?
La explicación más plausible está en la conexión intestino-cerebro. El yogur contiene bacterias beneficiosas (como Lactobacillus y Bifidobacterium) que modulan la producción de neurotransmisores, como la serotonina y el GABA, y reducen la inflamación intestinal. Esta mejora en el entorno intestinal durante una etapa crítica del desarrollo podría favorecer la maduración del sistema nervioso central.
Además, un microbioma equilibrado en la infancia se asocia con una mejor barrera intestinal, una reducción de toxinas sistémicas, y una modulación adecuada del sistema inmunológico, factores clave para un desarrollo neurocognitivo sano.
Consideraciones prácticas para familias y profesionales
Este estudio no solo aporta evidencia epidemiológica robusta, sino que también invita a una reflexión práctica: incorporar yogur de forma regular pero no excesiva en la dieta del lactante puede ser una estrategia nutricional sencilla y eficaz para apoyar su desarrollo.
Como profesionales de la salud y promotores del bienestar integral, es fundamental fomentar en los padres la importancia de una alimentación temprana basada en alimentos fermentados naturales, sin azúcares añadidos ni conservantes.
El consumo habitual de yogur a la edad de 1 año parece tener un efecto protector frente a retrasos en el desarrollo a los 3 años, aunque se necesita más investigación para determinar las dosis óptimas y las cepas bacterianas más eficaces. Serán necesarios estudios de intervención para confirmar estos hallazgos observacionales y definir recomendaciones clínicas más precisas.
En Jascotee, promovemos una visión de la salud que integra la ciencia moderna con los principios de las medicinas tradicionales. Entendemos que el bienestar de los niños comienza con elecciones conscientes desde los primeros años de vida.
¿Y tú, ya has considerado el papel del microbioma en la salud de tus hijos?
🔗 Referencia: Japan Environment and Children’s Study – PubMed
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